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viernes, 27 de abril de 2007

Ciencia y Tecnología

¿Qué enseño cuando enseño ciencias?
Por Miryam Beltrán Castro
Tutora MT ECSHE


Los Sueños que soñamos (I)

¿Qué enseño cuando enseño ciencias?

Este escrito, más que referirse a un tratado de qué enseñar sobre ciencia, se constituye, más bien, en un espacio reflexivo para que todos los docentes y tutores nos formulemos esta pregunta y le demos respuestas según nuestro quehacer profesional: ¿Qué enseño cuando enseño ciencia?

Iniciar una reflexión de este tipo, es una manera de construir o mejor repensar nuestra labor como formadores o tutores de las nuevas generaciones de profesionales, que se enfrentan a un mundo globalizado y donde la competencia está centrada en el conocimiento y la producción de ciencia y tecnología, sin descuidar la orientación hacia el logro del desarrollo equitativo y la paz.

Generar inquietudes y poner en tela de juicio principios y valores que, durante siglos se han considerado inamovibles, puede generar en muchas de las personas, una sensación de incomodidad e incertidumbre. Pero, si asumimos que vivimos un tiempo de cambios y aceleraciones que impactan, conciente o inconcientemente, sobre muchas instancias de nuestra vida cotidiana y, en especial, sobre nuestro rol educativo, podremos convertir este espacio de reflexión en un verdadero desafío que nos impulse a tomar posiciones en los temas y problemas fundamentales que se están debatiendo hoy en nuestra sociedad.

Para empezar, es bueno recurrir a nuestra memoria remota, escudriñando los recuerdos y experiencias relacionados con el aprendizaje de ciencia y tecnología… las percepciones, imágenes y pensamientos que están inscritos en la mente, de la enseñanza, en este ámbito, que impartían los educadores…nuestro imaginario de un científico y de una científica y el deseo o no, de realizar una carrera que nos convirtiera en hombres y mujeres de ciencia… Una revisión crítica en estos aspectos nos enfrenta al reconocimiento de los contenidos curriculares sobre lo que enseñamos y de lo que aprendemos cuando se habla de ciencia. Y quizá es allí donde encontramos posibles dicotomías entre el conocimiento a enseñar y el enseñado, y las representaciones de C y T, como producciones de personas de barbas largas y batas blancas encerradas en un laboratorio, o de referentes de lugares lejanos con altos niveles de desarrollo, que en muchos casos no conocemos y que contrastan con nuestra cultura, con los medios y experiencias cercanas a nuestro entorno… y que nos crean una dependencia científico-tecnológica.

Por tanto, podemos pensar en la creación de un imaginario social dominante, que podría resumirse en el siguiente cuadro tomado de Pozzo y Gómez, el cual brinda un panorama de las actitudes y creencias más comunes en el alumnado respecto del aprendizaje escolar de la ciencia.

Aprender ciencia consiste en aceptar lo que dice el profesor.
El conocimiento científico es muy útil para el laboratorio pero nada para la vida cotidiana.
La ciencia proporciona un conocimiento neutro, verdadero y aceptado por todos.
Los científicos son personas inteligentes, pero raras.
El conocimiento científico está en el origen de todas las innovaciones tecnológicas y sustituirá todas las otras formas de saber.
La ciencia mejora la forma de vida de la gente.
Un mayor acercamiento al análisis de los contenidos científicos y los aspectos didácticos en los currículos se concreta en los siguientes planteamientos, postulados en el libro El desafió de enseñar ciencias naturales de Laura Fumagalli. "Los contenidos científicos que enseñamos en la escuela proceden de una selección operada sobre el cuerpo de conocimientos producidos fuera de ella. Y esta selección no es sólo un recorte efectuado sobre dicho cuerpo de conocimientos sino que implica una transformación del mismo"(Fumagalli, 1993). Chevallard (1995) denominó a este proceso transposición didáctica y distinguió diferentes niveles de mediación: el primero, va del conocimiento científico (erudito) hasta el conocimiento a enseñar; el segundo, del conocimiento a enseñar al conocimiento enseñado.

• Las autoridades escolares seleccionan un conocimiento a enseñar. Esta selección aparece descripta en los diseños curriculares que prescriben los contenidos a enseñar en cada nivel del sistema escolar.
• Las editoriales, los libros de texto o los materiales didácticos inciden en la estructuración de ese conocimiento científico a enseñar.
• Los/as docentes estructuramos nuestro propio conocimiento a enseñar, tomando como base el diseño curricular y seleccionando lo que nos parece más adecuado en los libros de texto con los que trabajamos. Entre lo que nos proponemos enseñar y lo que realmente enseñamos, hay un trecho. También hay diferencia entre el conocimiento enseñado y el aprendido.

Según Fumagalli, “si bien la transposición didáctica es algo que no podemos evitar – pues no estamos haciendo ciencia sino enseñándola para que sea aprendida – los/as docentes sí podemos trasmitir un conocimiento científico actualizado y enseñar de acuerdo con el paradigma científico de producción de conocimientos. En este sentido, nos parece que una actualización sobre los contenidos conceptuales de las disciplinas que enseñamos y una reflexión sobre el modo en que los científicos producen dichos contenidos es un requisito necesario para no correr el riesgo de trasmitir una versión escolarizada del conocimiento científico incompatible con él”.
Por tanto el fenómeno de transposición didáctica es una realidad que se da, porque es imposible en la práctica que el cuerpo de conocimientos de una ciencia pueda ser enseñado y aprendido en su totalidad.

Los problemas empiezan cuando el diseño curricular no es realizado apropiadamente o se realizan sin ningún asesoramiento pedagógico profesional. Y es aquí donde podemos plantearnos el interrogante inicial, y hacer un análisis de los contenidos curriculares que han venido cambiando últimamente, pues muchas veces nos encontramos con limitaciones en lo que queremos enseñar, por currículos que no han sido técnicamente modificados y por tanto adolecen de muchas inconsistencias y omisiones que han llevado a que en casos extremos en algunas secuencias de materias “la versión escolarizada del conocimiento científico sea incompatible con él” como señala Fumagalli.

Este sería sólo el inicio de nuestro cuestionamiento. Entonces valdría la pena revisar y seguir cuestionándonos en aspectos como la selección de libros y otros materiales de estudio, que quedan a criterio de cada profesor. Incluso en los casos en que la misma materia es impartida por varios profesores, cada uno tiene la libertad de escoger los textos que utiliza, lo que puede llevar a que los alumnos perciban la ciencia no como una sola sino como dependiente del profesor de turno que la enseña.

Finalmente, está el hecho de reconocer que también hay diferencia entre el conocimiento que se aspira enseñar y el que los alumnos/as llegan a aprender; este reconocimiento permite ubicarnos mejor con respecto a la responsabilidad como educador, de enseñar adecuadamente la ciencia, que es tan importante como producirla... pues ningún conocimiento es realmente útil sino hasta cuando se lo comparte. Por tanto, no sólo los contenidos sino también las creencias, valores y actitudes del educador son captadas y pueden llegar a ser apropiadas por los alumnos/alumnas; aunque en los niveles universitarios (jóvenes adultos) se de en menor grado, -la apropiación de creencias, valores y actitudes del docente- desde el punto de vista del desarrollo del futuro profesional puede darse en un grado importante.

Por último no olvidar que la ciencia no debe tener sesgos de género. Tendremos pues que reevaluar si nuestro ejercicio docente continua haciéndose con un sesgo androcéntrico, contribuyendo por tanto a reforzar la imagen discriminatoria de que el desarrollo de la ciencia es una área eminentemente masculina. ¿Cuántos de nosotros incluimos textos escritos por mujeres? Nuevamente queda abierta la pregunta para educadores y alumnos: ¿Qué enseño cuando enseño ciencia? - ¿Qué estoy aprendiendo cuando aprendo ciencia?

Miryam Beltrán Castro
mysobec@gmail.com
Fotografía en Flickr por Valerio Messori


Los Sueños que Soñamos


“La ciencia descubre que tu actividad cerebral al dormir revela mucho más de lo que crees."

Según investigaciones recientes, los sueños podrían afectar muestras vidas y viceversa, mas de lo que hubiéramos pensado. Un antropólogo de 58 años registró casi 5000 sueños en su diario durante un década de su vida. Al analizar los patrones de colores de esos sueños, Robert Hoss, investigador establecido en Arizona, pudo señalar con precisión ciertos aspectos del estado emocional de dicho individuo. Hoss identificó correctamente dos momentos en que el hombre había pasado por periodos críticos. El antropólogo confirmó que se habían enfrentado con un colega por un asunto administrativo en 1997 y que en el 2003 tuvo un altercado con un amigo, hecho que le dejó profundas cicatrices emocionales.

LOS SUEÑOS NOS AYUDA A MANEJAR LOS CONFLICTOS EMOCIONALES DIARIOS.SON NUESTRO TERAPEUTA PARTICULAR

¿Cómo pudo Hoss reconocer esos momentos de crisis? "Las pistas estaban en los colores", dice. Los colores dominantes en los sueños del antropólogo eran el negro y el rojo, y éstos se acentuaban en los periodos difíciles. "Incluso sin conocer lo que pasaba en su vida", señala Hoss, "determinamos con exactitud sus estados emocionales con base en esos colores". Hoss es parte de un creciente grupo de investigadores que, gracias a la tecnología médica de punta y a novedosos estudios psicológicos, comienzan a descifrar los secretos que esconden nuestros sueños y el papel que juegan éstos en nuestras vidas. Una mirada a algunos descubrimientos recientes puede ayudamos a entender el lenguaje de los sueños y a sacarle partido a nuestras horas de descanso.

¿Por qué soñamos?
Mediante los sueños nuestra conciencia se comunica con el subconsciente. Los investigadores indican que cuando soñamos con algo que nos preocupa, el cerebro nos obliga a practicar para que estemos listos en caso de que nuestros temores se vuelvan realidad. Soñar con una presentación que haremos en el trabajo o con una competencia deportiva puede mejorar nuestro desempeño. Además, los neurocientíficos cognitivos señalan que los sueños y los movimientos oculares rápidos (MOR) producidos al soñar están relacionados con nuestra habilidad para aprender y recordar.

Soñar es un "sistema regulador del estado de ánimo", dice la doctora Rosalind Cartwright, directora del departamento de psicología del Centro Médico de la Universidad Rush, en Chicago. Cartwright descubrió que los sueños nos ayudan a manejar los conflictos emocionales diarios. "Es como tener un terapeuta incorporado", señala. Mientras dormimos, los sueños comparan las nuevas experiencias emocionales con recuerdos antiguos, creando un patrón similar a una tela a cuadros en el que las imágenes viejas se superponen a las nuevas. Y agrega: "Tal vez despiertes y te preguntes qué estaba haciendo en tu sueño alguien a quien no has visto en muchos años. Lo que sucede es que las imágenes viejas y las nuevas están emocionalmente interconectadas". Le toca a la mente consciente averiguar el porqué de esa relación.

Las emociones experimentadas en los sueños pueden ayudar a los terapeutas reales en el tratamiento de los pacientes que viven situaciones traumáticas. En un estudio, Cartwright analizó los sueños de 30 adultos recién divorciados, durante un periodo de cinco meses en los que midió los sentimientos de los sujetos por sus antiguas parejas. El resultado fue que quienes sentían más enojo en sus sueños manejaban mejor su divorcio. "Cuando los sueños eran serenos", dice Cartwright, "se reflejaba que aún no se habían enfrentado al divorcio ni a sus emociones”. Para los terapeutas, este hallazgo será de gran ayuda pues a partir de sus sueños podrán determinar si las personas divorciadas necesitan ayuda psicológica o si ya han logrado resolver sus conflictos a través de sus sueños.

Sólo ahora, un siglo después de que Sigmund Freud inaugurara el campo del análisis de los sueños, los científicos están logrando descifrar sus bases biológicas. En el Programa de Investigación del Sueño por Neuroimágenes del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, el doctor Eric Nofzinger analiza los cerebros de personas dormidas por medio de tomografías por emisión de positrones, utilizadas generalmente para detectar cánceres y otras enfermedades.

En esos equipos, el color naranja señala la actividad de la corteza cerebral. Inyectando a los sujetos del estudio con glucosa levemente radiactiva, Nofzinger ha descubierto que los sueños se originan en el sistema límbico, una parte primitiva que controla las emociones. Durante los sueños, el sistema límbico desarrolla una actividad neuronal desenfrenada, lo que inunda los sueños de dramatismo.

“Es por ello que algunos son muy emotivos y nos vemos al escape de un peligro o frente a una situación angustiosa", dice Nofzinger. "La parte del cerebro que controla los sueños se ocupa también de los instintos y los impulsos, de la conducta sexual y de nuestra reacción ante una situación de lucha o huida". Mientras tanto, los lóbulos frontales del cerebro, que gobiernan la lógica, se desconectan, lo que explica que los sueños con frecuencia sean raras combinaciones de personas y sucesos.”


Una Sola Interpretación NO Sirve Para todos
No existe ningún aparato que permita a los investigadores explorar nuestros sueños mientras dormimos, pero los científicos están encontrando nuevos métodos para interpretarlos. Olvida la noción freudiana de que los sueños contienen imágenes con significación universal, como los símbolos fálicos. Una nueva generación de psicólogos insiste en que la simbología de los sueños es individual.

En un estudio reciente, Joseph De Koninck, profesor de psicología de la Universidad de Ottawa, pidió a 13 voluntarios que hicieran dos listas: una de los detalles que recordaran de sueños recientes y otra de cosas que les habían sucedido en esos días. Los analistas trataron, sin éxito, de averiguar qué había soñado cada voluntario. De Koninck concluyó que cada persona comprende sus propios sueños mejor que nadie, incluyendo los psicoanalistas tradicionales.

"No hay ninguna prueba de que existan símbolos universales en lo sueños", dice De Koninck. "Si de verdad quieres hacer una interpretación de los tuyos, mi consejo es que deseches los diccionarios de sueños”


Nota.-En la próxima entrega: Qué puedes hacer para mejorar tus sueños, Cómo descifrar su sentido y Lo que ellos pueden hacer por ti

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