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viernes, 27 de abril de 2007

Psicología y Sociedad

La Participación
Por Javier Darío Barrios Q.
Psicología Social VIII semestre


El Aburrimiento
Por Diana Durley Ramón
Psicología Social VIII semestre



La Participación



La participación es una palabra común, de uso diario, que todos conocemos y empleamos. Participamos en cursos, en reuniones, fiestas, alegrías y tristezas de otras personas, en concursos, acontecimientos tales como: nacimientos, bodas o duelos. Participar entonces, debería ser una acción de significado transparente, perfectamente comprensible para todos. Sin embargo no es así.

Pues una cosa dice el diccionario, otra los textos especializados y las personas, con insistente frecuencia tendemos a construir nuestros propios significados según las circunstancias en que nos desenvolvemos.

La participación es un término que ha tenido diversas acepciones, la noción de participación ha estado marcada por diversos factores como la inserción de sectores de la población excluidos de los beneficios sociales, los procesos de modernidad, la transformación institucional de los estados, la democratización, etc.(manual de participación y organización para la gestión local – Esperanza González R. Pág. 15)

La participación es vista como uno de los mecanismos mas aceptables par lograr el ingreso de los sectores marginados de la sociedad a la contribución del desarrollo comunitario, dentro de un proceso de modernización la participación ha sido el enlace entre el estado y la población civil, en términos de democracia participativa, lo mas tangible ha sido la creación del Sistema Nacional de Planeaciòn Participativa, liderado por el Consejo Nacional de Planeaciòn. Una de las intencionalidades mas claras de la constitución de 1991 fue la de iniciar un proceso de complementar la democracia representativa con la democracia de participación. La carta define unos cuantos ámbitos para el ejercicio de esta nueva forma de la democracia, entre los que se destaca la Planeaciòn Participativa, a la vez que refuerza la democracia representativa local y departamental. Rescata a la Planeaciòn del desuso en que su ejercicio tecnocràtico y autoritario la ha sumido en el país y en el mundo.

De igual manera participar es una forma de ejercer nuestros derechos y de cumplir nuestros deberes como ciudadanos. Es una forma de apropiarnos del espacio público, a la vez que hacemos ese espacio. Es también “un tipo de rebeldía” (Carmona, 1988), en el sentido que supone introducir cambios en situaciones de desigualdad y exclusión vistas como el modo natural de ser las cosas. Al participar nos hacemos responsables del presente que construimos con nuestra acción. Y en este sentido es también una forma de subversión (Carmona, 1988), pero una subversión que no conlleva necesariamente el dramatismo de las revoluciones, si bien sus efectos pueden ser equivalentes. Es una subversión de todos los días, una subversión de la gota a gota, a veces homeopática y por tanto más profunda, más radical. Es la subversión semejante a la que se opera en nuestras células durante el proceso de maduración; que todo lo transforma, pero cuyos cambios solo percibimos cuando ya están constituidos frente a nuestros ojos.

Ahora bien, no siempre se habla de participación, verdaderamente se da ese proceso de cooperación, solidaridad, construcción y apropiación del objeto por los actores sociales participes. Ese uso del concepto de manera indefinida, que lo convierte en una especie de paraguas bajo el cual se cobija múltiples formas de coincidencia social, ha llevado a que se distingan diferentes grados de participación, los cuales varían en función de la vinculación de su origen con grupos de base o con organizaciones estatales o no gubernamentales, y en función del poder y control que manejen los participantes.

Por lo tanto, para que la participación sea realmente popular, o para que alcance el mayor número de miembros de la comunidad o grupo, es necesario un intenso trabajo de comunicación y motivación por parte de las vanguardias del movimiento transformador de la comunidad, con el resto de los miembros. Todas las formas de participación son validas y necesarias, pues aun las más tangenciales lleven dentro de sí el fundamento del cambio a través de la acción social.

La relación entre participación y logros es continua, pero no necesariamente esos logros o los grandes logros de los cuales ellos son parte, se producen por grandes movimientos de masa o de manera espectacular. Y sin embargo, cuando se ven los resultados de la participación o a través del tiempo, allí están las transformaciones en el hábitat, en el vivir, en la gente. No cuando los agentes externos los “planifican”, sino cuando los actores sociales, a su propio ritmo y en función de su trabajo participativo los producen.

Nosotros como psicólogos sociales debemos ser unos promovedores de la participación en los diferentes sectores sociales y sobre todo en las zonas más marginadas, la integración de los sectores populares lo que incluye a todos los grupos étnicos e inmigrantes. La marginación genera procesos de violencia (y delictivos) crecientes, que afectan gravemente a cualquier intento de sustentabilidad en nuestro medio. Las mejores soluciones técnicas en un clima social de insolidaridad y desintegración social se hacen insostenibles. Integración significa así superación de la marginación, pero no porque haya que aceptar un patrón común, sino porque abren posibilidades para todas las opciones. No se trata tanto de tapar las bolsas de mayor pobreza, o de perseguir los delitos que van en crecimiento, sino de crear un clima de implicación social para resolver los problemas del paro, de la marginación, etc., que son las causas que desestabilizan cualquier política de hábitat que se formule.

El objetivo de integración se convierte entonces en la construcción de la multiculturalidad social en nuestros pueblos, barrios y ciudades, donde los distintos estratos sociales, y los inmigrantes tanto de la propia península como de fuera, sean capaces de crear pautas de convivencia híbrida y creativa, adecuadas a las nuevas necesidades de sustentabilidad. No son procesos de un día para otro, sino que pueden durar una generación o varias, y el hábitat ha de facilitar las soluciones, no tapando los problemas, sino integrándolos. La participación tiene que servir para la integración social, para proyectos sustentables adaptados a las características concretas de cada territorio.

JAVIER DARÍO BARRIOS Q.
jadaba6@yahoo.es

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EL ABURRIMIENTO

El aburrimiento es un estado emocional de insatisfacción dentro de la existencia de las personas, que durante esos momentos, se percibe vacía, sin sentido.

Con la presencia de este problema se da la impresión de que las experiencias pasadas agradables de la vida han sido detenidas, se pretende recuperar y experimentar recuperar y experimentar situaciones significativas; la persona que lo padece no esta dispuesta a iniciar actividad alguna que pueda acabar con este estado, bien porque esta disminuida su capacidad de actuación, o bien, porque se cree que ninguna actividad a su alcance pueda cambiar la situación.

El aburrimiento se asocia generalmente a otras características psicológicas, como la astenia, abulia que existe ya antes de haber realizado el esfuerzo. La abulia es la incapacidad para pasar de la intención de hacer algo en el acto en si mismo; y la apatía es la escasez de vida afectiva y de relación.
Además se tiene la sensación de que el tiempo va muy despacio, de que las horas transcurren lentamente, al igual que ocurre con la depresión.

Todos nos hemos aburrido en algún momento durante nuestra vida, y por tanto se trata de una experiencia normal dentro del contexto de nuestra vida, por eso, es importante afirmar que hay personas que presentan este problema más que otras, constituyéndose en parte, en estilos de vida de dichas personas.

La falta de proyecto de vida, no tener una profesión satisfactoria, relaciones humanas escasas, falta de motivación, postura radical sobre la vida, desinterés por los demás, entre otros factores pertenecientes a este estado emocional. Puede convertirse en crónico.

El aburrimiento que se origina de forma esporádica, ante determinadas situaciones que nos resultan “aburridas”, puede tener un significado totalmente opuesto; una persona dinámica repleta de inquietudes de todo género, se puede despertar al ver que está perdiendo un tiempo que podría dedicar a otras actividades. El problema suele estar, como decimos al principio. Para ello es necesario iniciar una actividad que conlleve a romper esta dificultad, como una buena planificación, que nos asegure una ocupación durante parte de las horas del día, que evite ese “estar cansado de no hacer nada”.

Si el aburrimiento ya se ha producido, hay que procurar iniciar cualquier actividad que no sea demasiada rutinaria, y preferiblemente en compañía de otras personas, a pesar de que no creamos que nos es capaz de sacarnos de este problema; al igual aprovechar para leer libros, para resolver mentalmente algún problema.
Rafael Alvira, ilustre pensador chileno, escribió para la publicación HUMÁNITAS de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el interesante artículo ¿Qué es el aburrimiento?, al que gustoso remito al lector.

Diana Durley Ramón
durley_nanis@yahoo.com

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